En 1985 fue la última vez que el “Nevado del Ruiz” -un volcán de 5.400 metros de altura ubicado a 220 kilómetros al occidente de Bogotá- había entrado en erupción, había sido hace 140 años. De todos modos, los habitantes de la zona habían bautizado al volcán como “el león dormido”, pues temían que, de un momento a otro, despertara de su sueño y desatara su furia destructora.
En la noche del 13 de noviembre el “león dormido” finalmente despertaría de su letargo, vomitando 35 millones de toneladas de materiales y generando varios afluentes de lava, agua y hielo que comenzaron a arrasar todas las poblaciones cercanas. El poblado más castigado fue Armero, que recibió en cosa de minutos una gigantesca avalancha de lodo, tierra y escombros que se tragó literalmente al pueblo, hasta convertirlo en un cementerio gigante.
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